Con paso rápido, Juan Carlos y Milena atravesaban ayer la calle con la vista puesta en el Palacio de Justicia. En solo unos minutos, su pesadilla estaba a punto de hacerse realidad
Con paso rápido, Juan Carlos y Milena atravesaban ayer la calle con la vista puesta en el Palacio de Justicia. En solo unos minutos, su pesadilla estaba a punto de hacerse realidad. En una de las salas les esperaban los representantes de la entidad bancaria que obligó a este matrimonio a desalojar, con sus tres hijos, el piso de alquiler social que ocupaban en uno de los bloques de Salburua. El 21 de agosto se cumplió el fatal augurio de aquella carta que les comunicó la orden de desahucio, una vez cerradas las vías de negociación con Vitalquiler. Pero ayer tocaba el segundo acto de este drama.
Porque, según la caja de ahorros, les ha quedado pendiente una deuda «de unos 3.000 euros», derivada de los intereses de demora en el pago de las mensualidades del alquiler. La entidad se mantuvo firme durante el juicio en su propósito de recuperar esa suma, pese a la queja del abogado de la defensa de que el interés que se ha aplicado para ese cálculo «ha sido abusivo». Pero no es la única nota dramática de este caso. «Ellos nos dijeron que el juicio no iba a seguir adelante si entregábamos la vivienda, y por eso desalojamos el piso, para evitar el juicio. Pero, después, nos comunicaron que tenían que seguir adelante con el proceso por la deuda que nos quedaba», añadía este padre de familia antes de entrar en los juzgados.
Ahora, el caso ha quedado visto para sentencia, y será la decisión del juez la que determine el desenlace de este drama. Aunque Juan Carlos y Milena no están solos. Ayer les arroparon una veintena de integrantes de la plataforma Stop Desahucios Araba, que se concentró frente a los juzgados para denunciar esta situación. «Es que, si se hubiesen aplicado los intereses que estipula Etxebide en vez de los que han propuesto desde el banco, tendrían que pagar solo 1.084 euros», criticó Mikel, portavoz de este colectivo.
Situación crítica
Mientras tanto, esta familia permanece a la espera de la sentencia, acogidos en una de las viviendas de emergencia social del Ayuntamiento y en situación crítica. Ella trabaja a media jornada, y él ha agotado el subsidio del paro.
EL CORREO . COM