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Carlos Slepoy: la fuerza de una idea, la calidez de un amigo

Hoy nos ha dejado Carlos Slepoy, Carli para sus numerosos amigos y compañeros, aquí y en su Argentina natal.

Aunque su presencia continuará entre nosotros como un ejemplo a seguir (pero imposible de alcanzar), la sensación de vacío, político, profesional y, sobre todo, personal, va a ser muy difícil de superar.

Carli, todo modestia, era muy reacio a hablar de sus peripecias personales, siempre volcado en la defensa de los demás. Por ello era infrecuente escucharle cómo muy joven, recién licenciado, y a consecuencia de su actividad en favor de las libertades públicas durante la dictadura militar argentina, fue detenido y encarcelado, pasando a disposición del Poder Ejecutivo Nacional e “invitado” a salir del país.

Carli se exilió a España, donde comenzó a trabajar como abogado laboralista, primero en Zaragoza y luego en Madrid.

slepoyEn la tarde del 17 de enero de 1982 observó en la Plaza de Olavide cómo una persona, que luego resultó ser policía nacional, maltrataba a unos jóvenes, encañonándoles con una pistola. Se identificó como abogado y solicitó que cesase en su actitud, brindándose a acompañarlos a la comisaría más próxima para aclarar cualquier incidente. Cuando se dirigían andando hacia la comisaría, de improviso, el policía sacó su arma y efectuó un disparo por la espalda a Carli, ocasionándole la fractura de la primera vértebra lumbar.

Tuvo que sufrir múltiples intervenciones quirúrgicas y una penosísima rehabilitación, tardando en curar más de año y medio y quedándole gravísimas secuelas que, entre otras limitaciones, le ocasionaron cada vez mayores dificultades de deambulación.

Venciendo las limitaciones físicas derivadas de sus secuelas, se reincorporó a su labor de abogado laboralista, compaginándola con su labor a favor de asociaciones de exiliados, emigrantes y de derechos humanos, presidiendo durante diez años la Asociación Argentina Pro Derechos Humanos – Madrid.

En 1996, tras la presentación de una denuncia ante la Audiencia Nacional por los crímenes de genocidio, terrorismo y torturas acaecidos durante las dictaduras militares argentina y chilena, Carli formó un equipo de abogados que, de forma conjunta, se personaron en las actuaciones en nombre de diversas organizaciones de derechos humanos (ALA entre ellas) y de familiares de desaparecidos como acusaciones particulares y popular. Carli se convirtió en el verdadero motor de la acusación, efectuando numerosos viajes a Argentina para encontrarse con supervivientes, organizaciones de familiares de víctimas y de derechos humanos, coordinando el trabajo aquí efectuado con el que se realizaba en Argentina. Asimismo participó en innumerables charlas y coloquios en España, Argentina y otros países sobre el concepto de jurisdicción universal, explicando, en contra de la propaganda del gobierno de Menem, que se trataba de un ejercicio de solidaridad internacional, y no de colonialismo judicial, ante la imposibilidad de exigir justicia en el propio país.

Tanto la instrucción del proceso como el propio juicio resultaron largos y complejos, debilitando la salud de Carli, que antepuso su trabajo a su propio cuidado. El juicio se saldó con la condena de Scilingo, suponiendo un hito fundamental en la persecución universal de los delitos de genocidio y/o lesa humanidad y que dio lugar a que, más adelante, se rompiese el cerco de impunidad en Argentina, donde, en una labor judicial sin precedentes, se han seguido más de un centenar de procesos por los crímenes de la dictadura.

Carli formó parte también del equipo de abogados personado como acusación por el genocidio acaecido en Guatemala, habiendo intervenido en el recurso de amparo que dio lugar a la STC 237/2005, de capital importancia en la doctrina sobre justicia universal.

Asimismo colaboró en la causa seguida por los crímenes de la dictadura chilena, que dio lugar a la detención de Pinochet en Londres.

Igualmente se ha posicionado en múltiples foros contra las sucesivas reformas de la LOPJ que han tratado de laminar el principio de persecución universal, dejando en el desamparo a las víctimas de delitos de lesa humanidad y propiciando la impunidad de sus autores.

Animado por la misma idea, y sellados por el momento en la jurisdicción española todos los intentos de persecución en España de los crímenes de la dictadura franquista, impulsó en Argentina, bajo el mismo principio que motivó la persecución de los crímenes de la dictadura argentina en España, una querella para la persecución de dichos crímenes, desarrollando una intensa actividad jurídica, académica y divulgativa sobre el tema.

Por último, la muerte le ha sorprendido cuando, conjuntamente con otras entidades, preparaba la presentación de querellas en todo el Estado por las torturas perpetradas por la policía franquista.

Su ejemplar e incansable compromiso con los derechos humanos, tanto en el callado día a día de su quehacer como laboralista, luchando por los derechos de los trabajadores, como su compromiso y decisión ciertamente clarividentes al impulsar y conseguir la persecución de la violación de los derechos humanos durante las dictaduras argentina y guatemalteca y (esperamos que un futuro próximo) también la española, en aplicación del principio de persecución universal, así como su compromiso y defensa personal y como ciudadano de tales derechos humanos, cuando vio que los mismos eran pisoteados en la calle, interviniendo decididamente en su defensa, con grave riesgo de su vida y desastrosas consecuencias para su salud, le convierten en un referente histórico en el ejercicio de la abogacía.

Rigor y brillantez profesional que acompañaba siempre con su sonrisa seductora, con una frase amable para todos, con una fina ironía y un impecable castellano, lo que le  convertía en un delicioso y cultísimo conversador, con una fuerza y un coraje sorprendente frente  a la injusticia, incluida la propia injusticia de su quebrantada salud. Sólo de sus ideales podía extraer esa increíble fuerza, que a todos nos sorprendía y admiraba. Por ello Estela de Carlotto, Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, decía de él que “Carli camina y camina, a pesar de la silla de ruedas”.

Siempre caminarás entre nosotros.

Gracias por tu trabajo, por tu ejemplo y por tu amistad.

Hasta siempre, Carli, amigo, compañero

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